El 22 de abril de 1970, y luego de varios años de trabajo político del
senador Gaylord Nelson en los EEUU, se celebró por primera vez el Día Mundial
de la Tierra, institucionalizado por la asamblea general de la ONU desde el año
2009; en tal resolución se invita a tomar conciencia “… sobre la interdependencia entre los seres humanos, las demás especies
vivas y el planeta que todos habitamos”
Tradicionalmente –y cuando se habla de desarrollo sostenible- se hace referencia
al cambio climático, a la explotación irracional de los recursos naturales y
demás problemas creados por las actividades humanas con las que, como bien lo
dice el Secretario General Ban Ki-Moon, “…
no solo ponemos en peligro el único hogar que tenemos sino incluso nuestra
futura supervivencia”
Sin embargo, a medida que el hombre se fue aglomerando en locaciones
construidas para formar comunidades organizadas, nació a la par un medio
ambiente propio que ahora conocemos como Medio Ambiente Urbano.
Los impactos dañinos a los elementos tradicionales del medio ambiente,
tales como: contaminación de los cauces de agua, deforestación, quemas
indiscriminadas, erradicación de especies nativas, excesos en la caza y la
pesca, etc. cambiaron en los centros urbanos; ahora se habla, entonces, de
contaminación visual y de gases vehiculares, exceso de ruido y basuras,
movilidad, invasión del espacio público y otros factores negativos que van
ligados directamente con la cultura ciudadana, la convivencia pacífica y la
autoestima social.
Así las cosas, los administradores públicos tienen frente a sí un amplio
y duro campo de acción para destinar recursos humanos y económicos a controlar
toda una gama de actitudes antijurídicas que convierten a nuestras ciudades en
lugares invivibles y en continuo deterioro de la calidad de vida de sus
habitantes.
De manera que a pesar de que el ser humano está en la cúspide de las
especies, los resultados de sus actividades son preocupantes y, en múltiples
casos, irreversibles.
Gilberto Trujillo Peláez.
Presidente CEAS COLOMBIA